miércoles, 25 de febrero de 2015

Las siguientes tentaciones de Francisco

Sigo con la lista de tentaciones que podemos observar en el Papa... y lo significativas que resultan cuando cae en ellas. La cuestión es que ellas hacen que muchas personas se descentren de lo esencial, que es Cristo presente en la Iglesia y se complazca en alabanzas y deslumbramiento por un ídolo con pies de barro. 
Incluso el golpe de efecto inicial de tomar el nombre de "Francisco", fue reutilizado desde Radio Vaticana en sostener que "El Papa es tan santo como San Francisco de Asís". La forma en que enfrenta el Papa los problemas o retos actuales que enfrentamos los católicos, donde ponerse en el centro de la escena, dedicarse a reunirse con sus amigos pentecostales y alentarlos, realizar gestos marketineramente calculados, dar entrevistas o soltar opiniones sin ton ni son (como el asunto de los católicos como conejos), no resuelven en nada los desafíos que enfrenta la Iglesia en este momento histórico, con un Papa distraído y desubicado en su misión de vicario de Cristo. 
La crisis de fe que se verifica en la Iglesia desde el fin del Vaticano II, la caída abrumadora de vocaciones sacerdotales y religiosas, la pérdida en la vida sacramental de millones de católicos (bautismos, casamientos, confirmaciones), las celebraciones litúrgicas huecas y vacías, la falta de formación de sacerdotes (ni hablar de vivir en pobreza, obediencia y castidad), la cantidad de laicos clericalizados y clérigos laicistas, los desvíos doctrinales y morales, son las características de una fe que se diluye y una vida sacramental que se esfuma. 
Y todo esto ante los ojos del Papa Francisco, que vive más preocupado porque el tiempo es superior al espacio, por su "hagan lio", por sus obsesiones (ayer trata de personas, hoy la mafia calabresa, mañana será la ecología si es cierto lo de la encíclica en proceso), que dejará luego de su paso (si no lo envenenan o matan antes, como también repetidas veces lo ha dicho, como invocando a un martirio altruista) una Iglesia más desvastada, con menos fe que antes, con sacramentos reducidos a la nada y un clero y una vida religiosa inexistente.

6- La repetición de incoherencias: mientras sostiene que "no se puede ser cristiano sin la Iglesia", el Papa se la pasa buscando que la Iglesia camine en la unidad con todos aquellos que la atacan, como si fuese la Iglesia la que los alejó. Mientras la enseñanza de la Iglesia es muy clara en abordar situaciones morales difíciles, el Papa de un plumazo sostiene que "tiene en su corazón", que "habrá novedades", que "hay que plantear nuevas hipótesis", engañando primero a los que están dolidos por su situación con posibles soluciones mágicas, y por otro despertando la atención de aquellos que quieren seguir fiel a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia. Los dobles mensajes son una variante de estas incoherencias, que no se las puede achacar a sus subordinados. Solamente colocar la misericordia por encima de la justicia, o a un Dios que "perdona todo" sin necesidad de conversión o arrepentimiento, da cuenta de una doctrina manejada arbitrariamente por el Papa actual.
7- La constante costumbre de escandalizar: ya había sostenido en una entrada anterior que Bergoglio no sería Francisco sin su predilección por escandalizar. Escandalizar en sentido evangélico, que es poner piedras y entorpecer el camino (de fe) del otro. Es muy significativo que en estos dos años no haya habido ni una noticia referida al Papa que de alguna forma haya desconcertado, molestado, asombrado a cualquier católico con un mínimo de vida sacramental o formación catequística. Lo de "católicos como conejos", dicho con la gracia habitual de un stand up, molestó y dolió a muchos padres y madres de familia. Hablar de "esa cruz tan pesada" que era el ayuno eucarístico, va por el mismo lado. Escandalizar para el Papa Francisco es pedagógico; para Jesucristo es uno de los pecados más graves.
8- Del "¿quién soy yo para juzgar?" a la lista de invectivas diarias en Santa Marta: si algo caracteriza la bondad del Papa Francisco es la originalidad para crear la más variada cantidad y calidad de insultos a los que él llama cristianos. Tanto que valió hasta la publicación de un libro con esta categoría. Pelagianos, contadoras de rosarios, fariseos (su preferido), neo-pelagianos, y todas las caras (de funeral, de pepinillos en vinagre, de solteronas), etc. etc. etc. Toda la humildad y la cercanía humana de que dispone con esta tentación (donde cae repetidas y fastidiosas veces) parecen revelar su real esencia: "de la abundancia del corazón habla la boca". Si lo que promueve es una renovación de los corazones, una revitalización moral, su estilo de juzgar sin misericordia alguna se presenta entonces como el escándalo y la incoherencia más grande, si ya por otros motivos no hace méritos para lograrlo.
9- Amistades peligrosas: cada uno dueño de sus preferencias y amistades. No tiene nada de malo. El Papa Francisco es particularmente dadivoso en este sentido. Aunque desde el inicio de su pontificado se abstiene abiertamente de dar la comunión en ceremonias públicas, por temor a que alguien en situación pecaminosa busque la foto comulgando con él, en sus audiencias públicas y privadas se ha permitido recibir y festejar alegremente con reconocidos personajes de más que dudosa catadura moral, o abiertamente enemigos de la Iglesia, o personas en situaciones morales cuando menos irregular. Todo lo que sea prensa le es conveniente. Y aunque sus obsecuentes salgan a explicar que Jesús también se acercaba a los pecadores, el Señor siempre los amonestaba a la conversión y al arrepentimiento. Cosa que no hace el Papa. Cuando las visitas se repiten es una muestra que la persuasión franciscana para el cambio de vida falla en algo.
10- La lenta reforma de la Curia Romana y el grupo de asesores cardenalicios c9: en otro momento sostuve que aunque la Curia Romana se reduzca a diez personas, que se cierre el Vaticano como Gobierno central de la Iglesia y que el Papa se vaya a vivir a una parroquia romana de las afueras, en nada va a solucionar o ayudar en la profunda crisis de fe que vive la Iglesia. Una Curia más ágil y moderna puede ser de provecho, pero cualquier administrador de empresas, con un mínimo de experiencia, ya hubiera realizado la reforma y actualización organizativa de un organismo que no ocupa a más de 500 personas. Unificar dicasterios, congregaciones, consejos soluciona burocracia pero no resuelve el problema de fondo de la fe. Por eso que esta lentificada reforma, "paso a paso" según Francisco, y con muchos detractores según sus obsecuentes, es una bomba de humo. Ajena a los fieles que quieren crecer en la fe, vivir sacramentalmente y contar con algún cura santo en la parroquia. En este punto, el grupo c9 de cardenales le es funcional: meten cizaña el dividir pastoral de doctrina, hacen lobby por la nueva revolución primaveral franciscana, y entorpecen con sus palabras el trabajo de los demás curiales. Y ni hablar de los colaboradores cercanos que Francisco ha llamado a acompañarlo: el mismo Kasper, el neo-capricho-francisquista- obispo Victor Fernández, y todo un séquito de obispos y cardenales nombrados directamente a dedo por el Papa sin ninguna intervención de nuncios o de la Congregación para el Clero, hoy inexistente.

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