jueves, 29 de enero de 2015

La fe católica frente a lo no-católico [3]: el riesgo de la ambigüedad

La fe católica, a través del tiempo y del estudio de los evangelios, ha ido formando su Tradición, cuya imagen puede ser válidamente la de un río, con un cauce y un sentido, dirigido a conocer la presencia de Dios en el mundo a través de su revelación en Jesucristo, donde los márgenes del río señalan aquello en lo que la fe católica consiste y se desarrolla, diferente de aquello donde deja de ser católica, cuando se desborda y sale del curso del río.
En sus formulaciones, la fe es muy clara y sin ambigüedades. Que Jesús es verdadero hombre y verdadero Dios es una verdad de fe. Si afirmo que Jesús sólo tenía una apariencia humana, que fue sólo un gran profeta, que es un avatar de Dios, me alejo de la verdad y en el error.
La fe, estudiada por los Padres de la Iglesia, por ejemplo ha dado grandes obras de teología, que consiste en una explicación racional de la fe en Dios, en la Santísima Trinidad, en la Iglesia.
Cada uno puede cuestionar su propia fe. Preguntarse qué quiere decir. Una respuesta a ello es el Catecismo, o aquellas intervenciones del Magisterio para cuestiones específicas.
El Papa Francisco, en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, pidió a los jóvenes de Argentina "no licuar la fe". Licuar la fe, hacerlo aquello que la fe no es, es sinónimo de hacerla no- católica, salirse del cauce y de la dirección de ese río que nos entrega la Tradición de la Iglesia.

Y sin embargo...
El Papa Francisco también ha intervenido repetidas veces sobre el tema de la fe. En su Evangelii Gaudium, en relación a la Evangelización, habla específicamente de algunos aspectos de esta cuestión:
  • "Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. "(11)
  • "Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia."(35)
  • "A veces, escuchando un lenguaje completamente ortodoxo, lo que los fieles reciben, debido al lenguaje que ellos utilizan y comprenden, es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo. De ese modo, somos fieles a una formulación, pero no entregamos la substancia. Ése es el riesgo más grave."(41)
  • "No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable. Se transmite de formas tan diversas que sería imposible describirlas o catalogarlas, donde el Pueblo de Dios, con sus innumerables gestos y signos, es sujeto colectivo."(129)

Aunque éstas cuestiones señaladas por el Papa sean referidas a la metodología en la evangelización o en la transmisión de la fe, siendo desde este aspecto válidas, lo que se deja entrever detrás de ellas es una toma de posición negativa y contraria respecto a la formulación de la fe en doctrinas, fórmulas o palabras, de las cuales la Iglesia misma tiene una experiencia y una enseñanza de casi dos mil años. 
Aquí, a diferencia de la gravedad del escándalo para la vivencia y adhesión a la fe, se manifiesta una actitud peyorativa respecto a una formulación de la fe clara y madurada, dejando al libre arbitrio de quién sabe qué interlocutor (quizá el mismo Papa se siente llamado a ésto), proclamar o revolucionar con esa "constante creatividad divina" que nos desafía con sus novedades.


Las cuestiones más cuestionadas a la Iglesia
Hay una serie de tópicos que desde hace décadas (en particular desde el Vaticano II) se vienen usando de ariete para derrumbar numerosas certezas de la fe y de la moral que ya están definidas y reafirmadas por el Magisterio, como la anticoncepción, el celibato de los sacerdotes, el divorcio, la comunión a los divorciados, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto, la eutanasia, la ideología de género, etc.
El Papa Francisco, cuando se ha manifestado públicamente sobre alguno de estos temas (no todos) ha afirmado que lo esencial seguirá como es hasta ahora.
Pero en muchos de sus gestos particulares, entrevistas, comentarios y acciones no parece apartarse de la mentalidad relativista que se presenta hoy en la cultura. En su ambigüedad manifiesta, nunca ha dejado en claro sus intenciones o pensamiento. Ha dejado, en cambio, muchas dudas en el camino.

Si leemos su discurso en la clausura del Sínodo sobre la familia (2014) esta postura se ha declarado abiertamente y sin dudas, cuando en su análisis de las tentaciones referidas al abordaje de la situación de las familias y de los matrimonios en especial, su primer (y más larga) crítica se dirige hacia aquellos que tienen certezas (de la fe) y que han sido una oposición notable para los planes de, al menos, quienes fueron puestos por el Papa para organizar el Sínodo:

  • "una: la tentación del endurecimiento hostil, es decir, el querer cerrarse dentro de lo escrito (la letra) y no dejarse sorprender por Dios, por el Dios de las sorpresas (el espíritu); dentro de la ley, dentro de la certeza de lo que conocemos y no de lo que debemos aún aprender y alcanzar. Desde los tiempos de Jesús, es la tentación de los celantes, los escrupulosos, los diligentes y de los así llamados —hoy— «tradicionalistas», y también de los intelectualistas.
  • La tentación del buenismo destructivo, que en nombre de una misericordia engañadora venda las heridas sin antes curarlas y medicarlas; que trata los síntomas y no las causas y las raíces. Es la tentación de los «buenistas», de los temerosos y también de los así llamados «progresistas y liberales».
  • La tentación de transformar la piedra en pan para romper un ayuno largo, pesado y doloroso (cf. Lc 4, 1-4), y también de transformar el pan en piedra y tirarla contra los pecadores, los débiles y los enfermos (cf. Jn 8, 7), es decir, transformarlo en «cargas insoportables» (Lc 11, 46).
  • La tentación de bajar de la cruz, para contentar a la gente, y no permanecer allí, para cumplir la voluntad del Padre; de ceder al espíritu mundano en lugar de purificarlo y conducirlo al Espíritu de Dios.
  • La tentación de descuidar el «depositum fidei», considerándose no custodios sino propietarios y dueños, o, por otra parte, la tentación de descuidar la realidad utilizando una lengua minuciosa y un lenguaje pulido para decir muchas cosas y no decir nada. Los llamaban «bizantinismos», creo, a estas cosas..."
"El Dios de las sorpresas" para Francisco, que pareciera esperarnos con "nuevas certezas" en el camino que emprende de la Iglesia a partir del Sínodo. Pero esta búsqueda de novedades, este salir de las propias certezas, de aquellos escrupulosos o intelectualistas que el Papa descalifica, no deberían dejar de tener en cuenta una certeza que se verá al final de este año 2015 en la segunda etapa del Sínodo: 

Así advierte el Papa Francisco a los Padres Sinodales, por si quedaba duda:
"Por lo tanto, la Iglesia es de Cristo —es su Esposa— y todos los obispos, en comunión con el Sucesor de Pedro, tienen la tarea y el deber de custodiarla y servirla, no como padrones sino como servidores. El Papa, en este contexto, no es el señor supremo sino más bien el supremo servidor, el «servus servorum Dei»; el garante de la obediencia y la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la Tradición de la Iglesia, dejando de lado todo arbitrio personal, incluso siendo —por voluntad de Cristo mismo— el «Pastor y doctor supremo de todos los fieles» (can. 749) y también gozando «de la potestad ordinaria que es suprema, plena, inmediata e universal en la Iglesia» (cf. cann. 331-334)."

Estamos advertidos. Si hay cambios, o si se impidiesen esos cambios, el Pastor y doctor supremo de TODOS los fieles, es el Papa. El mismo que tiene la potestad SUPREMA, PLENA, INMEDIATA Y UNIVERSAL. El mismo que nos advierte sobre licuar la fe.

miércoles, 28 de enero de 2015

La fe católica frente a lo no-católico [2]: la gravedad del escándalo

El escándalo significa (literalmente) poner un obstáculo, una piedra, en el camino del otro.
Jesús lo condenó firmemente ("Ay del que escandalice a uno de estos pequeños...") y la Iglesia desde su tradición lo ha asociado al escándalo de la fe: el que otro, con sus acciones o afirmaciones, haga doblegar o caer en la propia fe, pudiendo incluso hasta arriesgarse a perderla. Muchas veces este escándalo pasa también por poner a prueba la propia fe.
El escándalo viene nombrado numerosas veces tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo.
El mismo Papa Francisco lo ha asociado a la incoherencia del cristiano, aquél que va a misa o reza pero no da testimonio, llegando a decir que "el escándalo mata" o que "el escándalo destruye la fe".
En la Evangelii Gaudium lo nombra en relación al trabajo y a que las divisiones entre cristianos de Asia y África escandalizan a los evangelizados.
Lo que creo que está en juego en este momento eclesial, donde el pensamiento no-católico parece estar ganando terreno, es justamente la prueba por la que la misma fe está enfrentando: que muchas palabras, acciones u omisiones del Papa Francisco escandalizan lisa y llanamente a numerosos católicos (me incluyo).
Es decir, el Papa se ha declarado "hijo de la Iglesia", hasta el momento no ha negado ningún dogma básico (abiertamente), nadie puede negar que sus audiencias de los miércoles son aceptablemente ortodoxas... pero muchas veces hasta aquí llega su proclamada (y denunciada) necesidad de coherencia.

El Papa puede recibir a quien quiera (la presidenta Kirchner todas las veces que quiera, políticos, sindicalistas, artistas, empresarios), algunos de ellos más impresentables que otros, pero está en su derecho. Sea Maradona, Porsche o la Harley Davidson.
Puede reunirse las veces que quiera con pentecostales, rabinos, imanes, luteranos, budistas, hinduístas, etc., en su búsqueda interreligiosa. Nadie se lo puede impedir. 
Puede llamar por teléfono las veces que quiera y hablar con quien fuera, trascendiendo alguna de estas veces (las peores) y sin duda hablará más veces de las que nos enteramos (para mejor). 
Puede dar entrevistas con el periodista que quiera, fijarse si transcriben bien en sus respuestas o si le hacen decir cosas que no dijo, y expresarse como le venga en gana. 
Puede también elegir o no qué países visitar, preparar viajes, volverse antes si hay un tifón y reunirse con quién quiera en cada visita. Nada que objetar. 
Puede al final del Sínodo (etapa 2014) sobre la familia recordar a los obispos que la última palabra la va a tener él, porque para eso lo eligieron Papa, y tiene, a su manera, razón. 
Puede escribir una encíclica sobre la fe a cuatro manos (aunque las manos que escribieron más fueron de otro) y si quiere, preparar una sobre la ecología, tema tan urgente para la Iglesia. 
Puede escribir en la "Evangelii Gaudium" (si la escribió él) que "el tiempo es superior a espacio" y todo eso que sólo él entiende, y todo bien.
Si a los cardenales de la Curia les enrostra sus quince enfermedades en la cara y se va tan contento, él sabrá porqué lo hace cuando los humilla de esa forma pública.
Todo eso puede porque es el Papa, nos guste o no.

Ahora, el drama es que cuando el Papa Francisco= Jorge Bergoglio hace la mayoría de las cosas que enumeré antes, y las va a seguir haciendo, escandaliza.
Y escandalizar es grave. Él también lo reconoce. Pero no se si se da cuenta de lo que hace.

Escandaliza con sus palabras, sus gestos, sus homilías en Santa Marta, sus condenas, sus ataques, sus obsesiones, sus entrevistas (en vuelo y en tierra), sus silencios repetidos sobre los católicos perseguidos, su "mediática" humildad y sencillez, su ambigüedad en muchos temas, su afán de complacer al público al que se dirige aunque luego se contradiga.

En este punto, no es un problema de fe, sino de escándalo.
Que puede hacer perder la fe.
Y el Papa lo sabe. En teoría. Quizás en la práctica no se da cuenta que lo hace. Y se lo han dicho en alguna de estas cuestiones. O debería darse cuenta solo. O no se lo dicen, alguno de los obsecuentes que lo rodean.
Es grave. Para la fe. Para la Iglesia.

martes, 27 de enero de 2015

La fe católica frente a lo no-católico [1]

En las últimas semanas viene dándose un fenómeno peculiar, que consiste en que desde varios blogs y páginas relacionadas con la fe católica aparecen frecuentemente analizar la distinción que existe entre lo católico (doctrina, moral, liturgia) de todo aquello que, aún queriéndose mostrar como tal, directamente no es católico y se aleja mucho de lo sustancial, con una fachada confusa y tramposa.
Decía Chesterton que "un error es una verdad que se ha vuelto loca", y creo que detrás de muchas de esas posturas tiene razón el escritor inglés.
En la entrada anterior sostenía que estamos en una época peculiar, donde la doctrina, el culto y la autoridad en la Iglesia está siendo "revolucionada" en palabras de algunos, defendidas por otros y con un gran número de católicos de a pie que somos espectadores de tires y aflojes, de enroques, de contradicciones y de ciertas situaciones que confunden y ensombrecen el panorama eclesial.
La fe católica, fruto del encuentro entre Dios y el hombre, entre la gracia y el misterio y la razón, es clara, está expresada abiertamente (el Credo es un ejemplo) y tiene razones para ser comprendida y aceptada, con ayuda de la gracia, para sostener la verdad. Por eso, es que hay expresiones que se corresponden con la fe católica y otras que francamente no. Por ejemplo, si el Vaticano II sostiene que la fe de la Iglesia es la religión verdadera, decir lo contrario no es justamente verdadero, ni católico.
Pero estas cuestiones están en duda hoy. La búsqueda de novedades, el no dejar encerrada la verdad, el plantear hipótesis o nuevas respuestas a cuestiones ya aclaradas repetidas y fundadas veces a los mismos asuntos, parecen poner en duda la certeza que nos da la fe.

[ Si lo vemos desde el estudio de las Sagradas Escrituras, el método histórico crítico y la mitología han venido desde dos siglos poniendo en duda las certezas dadas en la Revelación de Dios, en cuya cumbre encontramos la Revelación completa y definitiva en Cristo. Esas "sospechas" sobre las Escrituras las vemos hoy patentes y actuando en muchos biblistas y exégetas "católicos" que ponen en duda la historicidad de los evangelios, a pesar de todas las intervenciones del Magisterio en los últimos siglos. El ejemplo mayor de esta falsedad bíblica la presenta "Jesús, Aproximación histórica" de José Pagola. No niega ningún dogma cristológico, pero sostiene que de los evangelios no se puede extraer ninguna certeza histórica concreta, porque los evangelios han sido creados y armados artificialmente por los seguidores de Jesús.]

lunes, 26 de enero de 2015

La fe de la Iglesia apremia

Este blog tiene como objeto comentar ciertos aspectos eclesiales de la fe en nuestro tiempo presente, pero considerando que la situación de la Iglesia, aún con todas las garantías dadas por la asistencia del Espíritu Santo, vive un momento particular. Como ya aclaré antes, ni soy sedevacantista, ni tradicionalista, menos que nada progresista o neocon, mi referencia es el Catecismo (el de 1992) y, aún respetando y valorizando el Magisterio anterior al Vaticano II, no esperen que cite al Syllabus o a Trento, aunque considere que muchos de esos escritos tienen una novedad y una valentía que hoy no se ven en la Iglesia.
Si hablamos de fe, parrafraseando el nro. 815 del Catecismo, podemos afirmar que nuestra fe católica tiene tres particularidades que la hacen única y que, al que quiera y tenga la gracia, dan respuestas a toda la búsqueda que el sentido religioso tiene inscrito en nuestros corazones, en cuanto al sentido de nuestra vida y de nuestra felicidad: Jesucristo es la respuesta total al anhelo de verdad, justicia, belleza y bondad que el corazón busca. Y esta respuesta está presente y actuando en la Iglesia, la Iglesia Católica, la única que tiene la totalidad de los medios para nuestra salvación.

Esas tres características son:
- una fe en común, explicitada en una doctrina clara y sin ambigüedades, desde los tiempos apostólicos, que fue profundizándose desde los Padres de la Iglesia, los Apologetas, los Doctores, y patentizada en el testimonio de los Santos y los Mártires.
- una vida donde los gestos de amor de Jesús nos llegan a través de los Sacramentos.
- una autoridad que custodia el Depósito de la fe, que fue dada por Jesús a los Apóstoles y a Pedro, autoridad continuada sin interrupción en la historia en la persona de los Obispos y del Sumo Pontífice.

Es por todo ésto que este blog habla en particular de la fe vivida hoy en la Iglesia. En este momento que, a grosso modo, los esperados frutos del Año de la Fe convocado por Benedicto XVI pareciera que se han diluído y no han madurado. Y lo que siempre sostengo, si alguien como Benedicto había convocado a toda la Iglesia a revivir, conocer y experimentar la fe, siendo uno de los intelectuales de Occidente más profundo y más preparado, es porque realmente el problema de la pérdida de fe es enorme. La fe católica, y con ella la Iglesia, sobrevive en un tiempo donde quizás, como también dijera el Cardenal Ratzinger hace más de 30 años, quedarán relativamente pequeños grupos de católicos que puedan experimentar más profundamente su fe y su testimonio de una forma que sólo Dios podrá saber.

Y si tenemos en cuenta esas tras características de la fe, podemos decir en este momento particular que:
- la fe como doctrina está siendo atacada, desprestigiada, inoculada por un discurso pragmático, "pastoral", donde sólo importan "las novedades del Espíritu", donde la fe se nos presenta como un corset ajustado que no deja espacio para la "creatividad" o las "nuevas preguntas o hipótesis" para poder vivirla. Lamentable.
- la vida sacramental está siendo ninguneada, reducida a un moralismo barato, donde "cumplir" es contrario al discernimiento que las novedades nos regalan, donde una "misericordina" en grageas licúa el valor sacramental de cada gesto litúrgico, donde "las contadoras de rosarios, los pelagianos, los rigoristas, los nuevos fariseos hipócritas" parecen ser el denominador común de los que frecuentamos la Iglesia, por no decir fundamentalistas. Lamentable también.
- la autoridad apostólica está ahora representada por un Sumo Pontífice que muchas veces dice las cosas que sus interlocutores quieren escuchar, aún contradiciéndose permanentemente, buscando un ecumenismo rastrero donde la identidad católica se rebaja, desarrollando un magisterio de bajo vuelo, donde una entrevista vale tanto como una homilía improvisada o unas críticas despiadadas tanto a simples laicos como a cogotudos curiales. Resintiendo obviamente tanto la fe y la doctrina como la vida sacramental arriba citada. Si en un momento Francisco pidió a los jóvenes "no licuar la fe", en la práctica las manifestaciones, "gestos", intervenciones y reportajes "aéreos" del actual Papa están funcionando como una verdadera trituradora de lo que significa ser católico, en su totalidad.
  • Me gustaría hacer un blog sobre la Biblia, pero desconfío cuando la instrumentalizan y la reducen a una lectura protestante y ajena al Magisterio riquísimo y profundo de la Iglesia. Me hartan biblistas y exégetas que exponen sus falencias de fe en artículos paupérrimos. Sin ir mas lejos, en La Hojita del Domingo que se distribuye en las parroquias de mi tierra, editada por Paulinas, un tal Aderico Adolzani ssp, se da el lujo de "sospechar" que uno de los que siguieron a Jesús luego que Juan el Bautista lo señalara como el Cordero de Dios, podría ser el autor del evangelio (el otro es Andrés).
  • Me gustaría hacer un blog sobre Cristología, viendo que hoy la presencia de Cristo en la Iglesia se ve opacada, obnubilada, descartada frente a "este Papa" que viene a revolucionar la Iglesia con sus gestos y sus habilidades comunicacionales. Sostenido por una banda de obsecuentes que les importa más Francisco=Bergoglio que la figura del Papa en sí, que debería cuidar al rebaño antes que atosigarlo, alejarlo, confundirlo y juzgarlo sin misericordia alguna. Recomiendo siempre los tres tomos de "Jesús de Nazaret" de Benedicto XVI, quien haciendo tiempo de los pocos ratos que disponía, encaró su última obra sabiendo que nuestro conocimiento y amor a Jesús está siempre a prueba.

En fin. me gustaría estar menos distraído por este tipo de cuestiones, pero creo que el momento apremia. Hace rato que me lo vengo planteando y ahora lo pongo en palabras. Aunque Francisco sea el Papa que los Cardenales y el Espíritu Santo han creído necesario para este momento, no quiere decir que la Iglesia no siga sufriendo pruebas y persecuciones, nadie puede negar que los daños a la Iglesia pueden ser más fuertes y perniciosos cuando son dados desde dentro de ella que desde fuera, que Dios puede sacar bien aún del mal más perverso (me queda para otra entrada comentar el hecho que el mismo Papa no tenga respuesta a esta cuestión, quizás por estar más cerca de los aplausos y las luces de la popularidad que del Calvario y la Cruz). Puede ser que debamos ser probados en nuestra fe, pero con la certeza que Dios no nos dejará solos y así la fe podrá ser acrecentada. Estas situaciones apremian. Seguiremos entonces.


Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados.
Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
(2 Cor 8-11)


Santa Teresa vale un viaje

El Papa ha comunicado que no viajará a España para celebrar el 5to Centenario de Santa Teresa de Jesús.

Parece que visitar en Caserta por un día para ver a sus amigos pentecostales (debiendo luego anticipar un viaje relámpago para que los católicos no se sientan defraudados) o ir al Parlamento de Estrasburgo y volver en unas horas (tampoco visitando la Catedral del lugar) es más importante que otras actividades o salidas. Se podría armar en una sola jornada la celebración y darle tiempo al Papa de volver a tiempo para la cena.
Tampoco vendrá a Argentina este año, para no entrometerse en la vida política del país... luego de haber recibido a todos los políticos, sindicalistas, presidenta, artistas, deportistas, etc. de toda laya y color.
Pero si tendrá tiempo de visitar Bolivia, donde seguramente con el líder politico- religioso Evo Morales tendrá tiempo de venerar a la PachaMama, la Madre- Tierra, cuyos seguidores han entronizado a Morales como un pseudo-sacerdote de las religiones animistas de aquél país.
Lamentable lo de España. Considerando que hoy Europa es también periferia para la Iglesia y siempre tierra de misión.

martes, 20 de enero de 2015

El veneno del ecumenismo... y el rol de Francisco

Retomo en esta entrada las dos citas siguientes tomadas del Concilio Vaticano II:

Declaración "Dignitatis humanae", sobre la libertad religiosa
"En primer lugar, profesa el sagrado Concilio que Dios manifestó al género humano el camino por el que, sirviéndole, pueden los hombres salvarse y ser felices en Cristo. Creemos que esta única y verdadera religión subsiste en la Iglesia Católica y Apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la misión de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: "Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado".(nro. 1)

Decreto "Ad gentes", sobre la misión de la Iglesia.
"Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado se salvará, mas el que no creyere se condenará" (Mc., 16,15-16). Por ello incumbe a la Iglesia el deber de propagar la fe y la salvación de Cristo, tanto en virtud del mandato expreso, que de los Apóstoles heredó el orden de los Obispos con la cooperación de los presbíteros, juntamente con el sucesor de Pedro, Sumo Pastor de la Iglesia, como en virtud de la vida que Cristo infundió en sus miembros "de quien todo el cuerpo, coordinado y unido por los ligamentos en virtud del apoyo, según la actividad propia de cada miembro y obra el crecimiento del cuerpo en orden a su edificación en el amor" (Ef., 4,16). La misión, pues, de la Iglesia se realiza mediante la actividad por la cual, obediente al mandato de Cristo y movida por la caridad del Espíritu Santo, se hace plena y actualmente presente a todos los hombres y pueblos para conducirlos a la fe, la libertad y a la paz de Cristo por el ejemplo de la vida y de la predicación, por los sacramentos y demás medios de la gracia, de forma que se les descubra el camino libre y seguro para la plena participación del misterio de Cristo."(nro. 5).

A pesar de todas las reducciones, olvidos, simplificaciones y demás interpretaciones que se hicieron sobre los textos del Vaticano II (y su pretendido "espíritu", tan usado para tergiversar sus escritos) al menos los Padres Conciliares algunas cosas nos legaron en claro: que la única y verdadera religión es la de la Iglesia Católica, y que ella, en sus miembros, debe en la historia proclamar y propagar la fe y la salvación que nos da Jesucristo. Así (tanto pero tan poco) de sencillo. Desde el Papa hasta el último de los laicos.

Ahora que estamos en la Semana de oración por la Unidad de los Cristianos, amerita hacer unas reflexiones (son opiniones mías) en este año que vendrá movido por el festejo protestante del aniversarios de Lutero, al que seguramente la Iglesia (en la ecuménica cabeza de algunos de sus representantes) se unirá gozosamente como invitado de piedra. Y seguramente auspiciados por el Papa que jocosamente les dijo a un grupo de luteranos que lo visitaron que habían tenido coraje de ir a Roma cuando en otros tiempos la Inquisición los mandaba a quemar vivos.

¿Tiene sentido o algún sustento decir, como lo ha hecho el Papa aquí, 25 de Enero, que "Nuestros pecados, nuestra historia, nos han dividido y por ello debemos rezar mucho para que el Espíritu Santo nos una de nuevo"
¿Quién se separó de quién? 
¿Nos puede unir de nuevo el Espíritu cuando los luteranos, pentecostales, evangélicos, adventistas se separaron ellos para nunca más volver a la verdadera Iglesia, la Católica? 
¿Por qué a los católicos se les carga la culpa de los pecados y de una historia donde pareciera que alejó a los demás? 
¿Es que este tipo de ecumenismo es más valioso que lo que dijo la misma Iglesia de sí misma en el Vaticano II? 
¿A cuánto más de nuestra identidad católica debemos renunciar si hacemos caso el Papa Francisco?
¿O seguiremos ingenuamente pensando que los protestantes quieren la unidad con la Iglesia y pertenecer a ella?

domingo, 11 de enero de 2015

El fundamentalismo según Francisco

Para el Papa Francisco, el fundamentalismo está presente en la Iglesia Católica.
Así lo sostiene en la Evangelii Gaudium, por ejemplo:

"250. Una actitud de apertura en la verdad y en el amor debe caracterizar el diálogo con los creyentes de las religiones no cristianas, a pesar de los varios obstáculos y dificultades, particularmente los fundamentalismos de ambas partes."

Hace 6 meses atrás, en una entrevista a "La Vanguardia", en relación a las tres grandes religiones, también sostiene que el fundamentalismo está presente en ellas.

Y hace 40 días, en su viaje de regreso de Turquía a Roma, también volvió a afirmar que "Nosotros también tenemos cristianos fundamentalistas, ¿eh?".

Ahora, yo me pregunto:
Cuando el Papa habla de "fundamentalismo", ¿se refiere a su significado concreto, es decir, que así se les llama a protestantes norteamericanos que a partir de 1920 se opusieron tenazmente a la enseñanza de la teoría de la evolución de Darwin? Y si es así, ¿considera a estos fundamentalistas como formando parte de la Iglesia Católica?

Pero si utiliza fundamentalismo como sinónimo de extremistas, o peor aún, violentos o terroristas, ¿está diciendo que hay grupos así en la Iglesia? ¿Y qué espera para que, haciendo uso de su potestad, los identifique y expulse de la Iglesia, si tanto daño hacen?

¿O son otras de sus frases para quedar bien con todo el mundo, sin importarle el significado y la trascendencia que sus palabras revelan? 

miércoles, 7 de enero de 2015

Una curiosidad: la Evangelii Gaudium 7 años antes. Más confusión

En la entrada anterior publiqué un fragmento de una entrevista al entonces Cardenal Bergoglio en el año 2007, en la revista 30 Días en la Iglesia y en el mundo, donde, al preguntarle sobre su trabajo en la Conferencia de Obispos Latinoamericanos en Aparecida (Brasil), sostenía:


"Un trabajo duro… 
BERGOGLIO: “Armonía”, dije, este es el término justo. En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Uno de los primeros padres de la Iglesia escribió que el Espíritu Sano «ipse harmonia est», él mismo es armonía. Sólo él es el autor al mismo tiempo de la pluralidad y de la unidad. Solamente el Espíritu puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y al mismo tiempo construir la unidad. Porque cuando somos nosotros los que queremos hacer la diversidad hacemos los cismas y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad hacemos la uniformidad, la homologación. En Aparecida colaboramos en este trabajo del Espíritu Santo. Y si se lee el documento con atención, se ve que tiene un pensamiento circular, armónico. Se percibe esa armonía no pasiva, sino creativa, que impulsa a la creatividad porque es del Espíritu."


Y ahora viene la perla: buscando en el Catecismo y en la Exhortación del Papa algunas cuestiones sobre la unidad y la diversidad que dona el Espíritu Santo, encontré en el párrafo 131 de la EG de Francisco:
"Las diferencias entre las personas y comunidades a veces son incómodas, pero el Espíritu Santo, que suscita esa diversidad, puede sacar de todo algo bueno y convertirlo en un dinamismo evangelizador que actúa por atracción. La diversidad tiene que ser siempre reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división y, por otra parte, cuando somos nosotros quienes queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Esto no ayuda a la misión de la Iglesia."

Sin querer, encontré un auto-plagio. Todo bien porque es del mismo autor.
Pero seguían mis dudas sobre diversidad y unidad. 
Y encontré en el Catecismo:

"814 Desde el principio, esta Iglesia una se presenta, no obstante, con una gran diversidad que procede a la vez de la variedad de los dones de Dios y de la multiplicidad de las personas que los reciben. En la unidad del Pueblo de Dios se reúnen los diferentes pueblos y culturas. Entre los miembros de la Iglesia existe una diversidad de dones, cargos, condiciones y modos de vida; "dentro de la comunión eclesial, existen legítimamente las Iglesias particulares con sus propias tradiciones" (LG 13). La gran riqueza de esta diversidad no se opone a la unidad de la Iglesia. No obstante, el pecado y el peso de sus consecuencias amenazan sin cesar el don de la unidad. También el apóstol debe exhortar a "guardar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz" (Ef 4, 3).
815 ¿Cuáles son estos vínculos de la unidad? "Por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección" (Col 3, 14). Pero la unidad de la Iglesia peregrina está asegurada por vínculos visibles de comunión:
— la profesión de una misma fe recibida de los Apóstoles;
— la celebración común del culto divino, sobre todo de los sacramentos;
— la sucesión apostólica por el sacramento del orden, que conserva la concordia fraterna de la familia de Dios (cf UR 2; LG 14; CIC, can. 205)."

O sea, el Espíritu genera en la única Iglesia diversidad de dones y carismas, y esta riqueza no se opone la unidad de la Iglesia. Es más, la Lumen Gentium (citada en el 811 del Catecismo) sostiene que "Esta es la única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, católica y apostólica". Quiere decir además que UNA significa UNICA, por profesar una misma fe, mismos sacramentos y la sucesión apostólica. 

¿Porqué entonces el Papa Francisco, en su ya comentada visita a Caserta a ver a sus amigos pentecostales, sostiene:

"¿Qué hace el Espíritu Santo? He dicho que hace otra cosa, que se puede pensar tal vez que sea la división, pero no lo es. El Espíritu Santo construye la «diversidad» en la Iglesia. La primera Carta a los Corintios, en el capítulo 12. Él construye la diversidad. Y verdaderamente esta diversidad es muy rica, muy hermosa. Pero luego el Espíritu Santo mismo construye la unidad, y así la Iglesia es una en la diversidad. Y, para usar una hermosa palabra de un evangélico que yo quiero mucho, una «diversidad reconciliada» por el Espíritu Santo. Él hace ambas cosas: produce la diversidad de los carismas y luego construye la armonía de los carismas."

El Papa Francisco, a pesar que el Catecismo era muy claro sobre la unidad y diversidad EN la Iglesia, en la entrevista del 2007, donde habla de diversidad y unidad dentro del contexto de Aparecida, y en su exhortación habla de diversidad y unidad DENTRO de la Iglesia.. ¿porqué generaliza la unidad y diversidad al hablar de la Iglesia y de las comunidades cristianas separadas, sin son cosas distintas? ¿Entonces el Espíritu genera la diversidad de las comunidades protestantes (que nacen separadas de la UNICA Iglesia Católica) para luego hacerlas formar parte de su unidad? ¿O el Espíritu Santo genera diversidad (con las divisiones consecuentes) para después unificar? ¿No es forzar o licuar la fe católica en la unidad de la única Iglesia, don de la unidad que genera el propio Espíritu Santo?
Que no me respondan los ecuménicos, sino las personas con un poco de sentido común. Gracias.


"Buscando a Dios con el evangelio en el bolsillo"

Luego del Ángelus de ayer en la Epifanía, el Papa Francisco invitó a "caminar buscando a Dios... con el evangelio en el bolsillo, en el bolso, para leerlo, siempre con nosotros."

Está bien. No es para desgarrarse las vestiduras. Al menos no criticó a nadie.

Pero... ¿para qué seguir buscando si Dios ya se reveló en su Hijo, y para siempre?
Alguien puede decir: pero Dios se revela en los signos de los tiempos, sigue escondido y hay que buscarlo... Pero ya en Cristo y en su Iglesia tenemos la revelación. Ya tenemos toda la Tradición y el Magisterio que nos actualiza a Dios presente hoy, al Reino presente en semilla en la Iglesia, pero presente! Y Cristo se hace presente en cada Eucaristía, y aunque con los ojos físicos no lo podamos ver directamente, ahí está presente! ¿Qué hay que seguir buscando?
Y el Evangelio en el bolsillo... ¿para que está la Tradición de la Iglesia, con sus santos, mártires, con el Magisterio y la fe de la Iglesia? Para hacernos presente a Jesús, la Palabra de Dios, presente de forma misteriosa hoy en su Cuerpo que es la Iglesia. Si yo tengo el evangelio en el bolsillo, lo leo, entiendo lo que quiero entender, y listo. Jesús no tenía una libreta de apuntes y cada vez que hablaba, lo sacaba de un bolsillo de su túnica, le pegaba un vistazo, y respondía. Jesús, así como hace 2000 años se hizo hombre y caminó entre los hombres, hoy está presente en la Iglesia, para amarnos, con sus sacramentos y su Palabra Viva, lo divino que pasa a través de lo humano.
Si es sencillo, ¿porqué lo complicamos?
No tiene sentido buscar a Dios, cuando Él ya nos ha encontrado, y está a nuestro lado. Hay que reconocerlo. Y lo reconocemos en la medida que permanecemos con Él, en su Iglesia.
Y leer el Evangelio es importante, necesario. Pero los protestantes también lo leen, y hay que ver que sacan de su lectura, muchas veces más profunda que la nuestra, pero no por eso verdadera. La lectura verdadera y la interpretación correcta de los evangelios se nos da en la Iglesia. No a nuestra conciencia individual (con todo el respeto al Cardenal Newman). Para eso también se nos dió la Iglesia, para que el criterio de verdad se nos proponga para obedecer, con obediencia de fe. Aunque algunos lo hayan olvidado.



Remito a la Revista 30 Días en su entrevista al Cardenal Bergoglio, para tener de referencia (estábamos avisados).
BERGOGLIO: Nuestras certezas pueden convertirse en un muro, en una cárcel que aprisiona al Espíritu Santo. Quien aísla su conciencia del camino del pueblo de Dios no conoce la alegría del Espíritu Santo que sostiene la esperanza. Es el riesgo que corre la conciencia aislada. De aquellos que desde el mundo cerrado de sus Tarsis se quejan de todo o, sintiendo su propia identidad amenazada, emprenden batallas para sentirse más ocupados y autorreferenciales. 
¿Qué habría que hacer? 
BERGOGLIO: Posar nuestra mirada sobre la gente: para no ver lo que queremos ver, sino aquello que es. Sin previsiones ni recetas, sino con apertura generosa. Dios habló para las heridas y la fragilidad. Permitir que el Señor hable… De un modo que no conseguimos crear interés con las palabras que nosotros decimos, solamente su presencia que nos ama y nos salva puede interesar. El fervor apostólico se renueva siendo osados testigos del amor de Aquel que nos amó primero.

lunes, 5 de enero de 2015

¿Y si fuese verdad? (Actualizado)

Para empezar, no soy sedevacantista, ni neocon, ni apocalíptico, ni seguidor de profecías.
Aunque algunas profecías sean fascinantes, aunque hay que estar atento a los signos de los tiempos y vigilantes con las lámparas encendidas, aunque mi formación es básicamente el Catecismo y el Magisterio, aunque la hipótesis de Antonio Socci me parece, a un punto, razonable. Quizás indemostrable, pero sus conclusiones son razonables.
Desde que asumió el papado el Cardenal Bergoglio, se despertaron en mi ciertas luces de alarma... que no se apagaron. Me llamó demasiado la atención la obsecuencia, el deslumbramiento, la papolatría de algunos. Sobre todo de aquellos que nunca les importó la Iglesia o el Papa, desde dentro de ella o desde fuera, siempre para atacarla o criticarla.
Y había que conocer a Francisco para tener una opinión formada. Llegaron (al fin) publicados sus sermones en Santa Marta, la Evangelii Gaudium (no cuento la Lumen Fidei porque el contenido ya estaba realizado), sus primeros viajes (Hagan lío!), sus audiencias.
Y siempre deslumbraba su persona. Y se desdibujaba Dios. Y Cristo. Y la Iglesia. Tapados bajo una luz que sólo parece iluminar a Francisco. Un Papa que no nombra mucho ni a Dios ni a Jesús cuando no le conviene.
Si me quedaba en "los gestos", o en que "es un gran comunicador", no me alcanzaba. Se fueron sumando reportajes a quemarropa, intervenciones, más "gestos", sus retos, denuncias, quejas, demandas hacia "los cristianos", sus amistades (es libre, obvio) para con judíos (respetables), musulmanes (siempre hay que dialogar, de alguna forma), pentecostales (...), y las cosas me seguían sin cerrar.
Pero desde mi fe estoy muy seguro que Cristo siempre sostendrá a la Iglesia.
Hay quienes hablan de la posibilidad de un cisma, luego del próximo Sínodo, si no es antes.
Pregunto: ¿Y si fuese verdad?

Hay quienes sostienen que un cisma quedaría hoy desapercibido para la mayoría de los creyentes. Puede ser. Para que no suceda la fe católica debería ser lo suficientemente vivida, entendida, aprovechada, clarificada, tal que uno sepa qué es ser católico y qué no es ser católico. Yo a veces pongo de ejemplo con un club de fútbol: si juego para un equipo A, en primera división, y para un partido me quisiera poner la camiseta del equipo B, y no me dejan, puedo chillar, puedo quejarme de ser "discriminado", pero no podría negar que soy yo el no está actuando según las reglas de mi club.
Creo que en un análisis general una primera cuestión es ésta: saber distinguir y comprender la fe católica, para poder defenderla y hacerla vivible y comprensible a todos (por suerte, la apología está en marcha abiertamente).
Y éste es un error en muchos católicos: creer que fuera de toda la hermosa y rica Tradición de la Iglesia hay cosas mejores de las que aprender. Ejemplos sobran. Cuento algunos.
  • la música católica está impregnada por músicos protestantes, que centran toda la fe en una relación directa y espiritual con Jesús, eliminando a la Iglesia de en medio.
  • sermones de curas "católicos" que olvidan la multitud de santos y beatos, que ya la Iglesia los ha considerado ejemplos de vida (si fuera sólo por eso y no por su imitación a Cristo) y colocan de ejemplos personalidades que lejos están del corazón católico (Gandhi, Luther King, Mandela entre los más notorios, nadie niega que honorables por algunos de sus logros que tapan otros aspectos de sus vidas bastante más desafortunados).
  • enseñanzas "católicas" de catequesis basadas en cuentos y leyendas hindúes, budistas, chinas, donde la sabiduría que destilan dejan a años luz de distancia la teología de los Padres de la Iglesia.
  • Dentro de esta categoría, ya he comentado antes la visita del Papa Francisco a Caserta, a sus comunidades pentecostales, y repetidas luego en varios encuentros más, donde sostiene que hay que aprender de ellos. Sabemos que el proselitismo no le gusta al Papa, que es lo único (efectivo y productivo) que los pentecostales realizan, siempre con un grado de agresividad a la Iglesia manifiesto. En lo que es doctrina, historia, moral, teología, a nadie escapa que la fe protestante es extraordinariamente inferior a la católica, por ser una reducción despreciativa de la misma. Y que me perdone el Papa, pero si pregunta cómo consideran al Sucesor de Pedro los pentecostales, lo mínimo que un protestante honrado le diría que el Papa es considerado el Anticristo. 

(continuará en otra entrada)

"Vatican Insider"

Andrea Tornielli escribía, hasta hace un tiempo atrás, artículos de interés y bien informados.
Desde la elección de Francisco, sugestivamente se ha vuelto, como muchos otros periodistas o vaticanólogos (!) más obsecuente y por lo tanto, más subjetivo en algunas de sus apreciaciones. Aquí dejo dos de ellas: en un titula como "La venganza del Sur del mundo" la última elección de cardenales (...pero en realidad, un punto cardinal no se puede vengar, a lo sumo se venga una persona, que puede ser vengativa, resentida, o que elija cardenales como le plazca si a eso se refiere Tornielli), y en la otra titula "Los que se oponen al Evangelio están en nuestra casa" (donde no deja en claro, o puede llegar a insinuar, que hasta un Papa podría ser el "enemigo interno" de la Iglesia). 




domingo, 4 de enero de 2015

Comparto comentario en "La Cigueña de la Torre"

Ayer publiqué un comentario en una entrada sobre el reciente artículo de Vittorio Messori sobre el Papa (leer aquí).
Como lo voy a seguir desarrollando, se los comparto ahora, remarcando lo que el formato me permite:


Yo creo que la cuestión de fondo es una crisis de fe en toda la Iglesia de consecuencias inimaginables.
Una crisis que sinceramente se potenció con el Vaticano II (quizás a pesar de los padres conciliares).
1) Si uno hurga un poco, el catolicismo hoy está protestantizado (el subjetivismo, la religión a la carta, la falta de referencia a la Jerarquía y al Magisterio es moneda común). No en vano Leonardo Boff, que ahora defiende a Francisco, ha dicho hace un tiempo que es el primer Papa que responde a Lutero. Los 500 años de la Reforma le darán la razón.
2) Vivimos en un relativismo religioso superlativo: el pseudo-ecumenismo está a la vista, tanto que la Dominus Iesus (atacada por los que hoy están de parte del Papa) ya es arqueología religiosa.
3) Y se plantean “nuevas búsquedas de la verdad”, “nuevos caminos”, y un enfrentamiento entre doctrina y pastoral desproporcionado.
Ahora bien: En este marco opino que el Papa Francisco no puede, o no quiere, o no le afecta, o bien potencia muchas de las anteriores cuestiones. Eso si, abiertamente. Obstinadamente. Con un doble discurso hacia dentro de la Iglesia y otro hacia el mundo, acomodaticio, populista y lleno de palabrerias sin fundamento. Busquen cuando habla del Espíritu: entre diversidad, armonía, pluralidad, unión, manifiesta un confusión que desconcierta.
  • El Papa es jesuita. Pero entre San Ignacio y San Francisco Javier han pasado muchos. Y si uno ve la lista (Karl Rahner, Arrupe, Martini, hasta Hans Kung, de quien hoy piden su rehabilitación) hay mucha distancia. La Compañia de Jesús hace décadas que perdió el norte y la fe. Y Bergoglio es hijo de la Compañia.
  • Al Papa le gusta ser populista. Nunca le dice al mundo cuestiones que le pueden ofender. Ni al mundo ni a otras religiones. A propósito. La reforma de la Curia tan anunciada no va a resolver el problema de fondo de la crisis de fe. A lo sumo, como ahora vemos, llevará a Roma a sus adláteres y obnubilados con su estilo. Pero nada más.
  • El Papa construyó su rol basado en un personalismo exagerado, basado en las formas y no en el fondo de custodiar la fe. Se la pasa juzgando y condenando a todos los católicos que tratan de vivir en gracia y amando a Cristo y a la Iglesia a pesar de sus caídas. Y en eso es inmisericorde.
  • Y como Papa, usa su autoridad cuando le conviene. En la Relatio final hizo agregar la cuestion de los divorciados y homosexuales a pesar que los padres sinodales las rechazaron. Y, como ejemplo más sutil, es el Papa que en más causas de beatificación y canonización utilizó la via directa (sin segundo milagro), mucho más que todos los Papas anteriores.
Me quedan dos dudas: ¿Se vendrá el Vaticano III? ¿O usaran “lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo” para aprobar todas las cuestiones que se les ponen en contra?


Agrego ésto por ahora:
El Concilio Vaticano III es un viejo sueño de... Hans Kung y sus colegas. A partir de 1965 comenzaron a dejar correr que el Vaticano II no alcanzó, que todas las reformas que quería poner en marcha Juan XXIII se truncaron con su muerte y que Pablo VI no estuvo a la altura de las reformas que la Iglesia necesitaba. Consecuencia de esta presión fue el desprecio con el que trataron muchos obispos y teólogos a la "Humanae Vitae", por lo que Pablo VI no volvió a escribir ninguna encíclica hasta su muerte. Y por lo que esta corriente teológica (que después inocula toda su práctica en la Teología de la Liberación) comienza a oponerse al "centralismo romano" (desde Alemania) y machacan continuamente con determinados temas: comunión a los divorciados, fin de celibato para sacerdotes, sacerdocio femenino, admisión de homosexuales, hasta llegar hoy en día a todas las teorías de género, aborto, eutanasia, etc. Acerca de Karl Rahner, jesuita, son de provecho para leer los análisis de sus obras, por ejemplo el de Theobald Beer (se pueden leer articulos suyos donde une a Rahner con Hegel para llegar a Lutero) que influenció en el Vaticano II y es referencia para muchos teólogos posteriores. Del Cardenal Martini, jesuita, es de recordar su postura crítica en todas esas cuestiones dirigidas hacia el magisterio de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, los que sin embargo, siempre lo trataron con un respeto y una dignidad irreprochable. Sobre Arrupe, General de la Compañia de Jesús hasta su muerte, tuvo sobre sus espaldas la responsabilidad de una intervención directa de Juan Pablo II para corregir los errores y horrores teológicos al que sus miembros la llevaban.
Y llegamos a Jorge Bergoglio, jesuita, hoy Papa Francisco. En mi opinión, no creo que convoque a un Concilio más que nada por falta de tiempo y de colaboradores eficaces. Aunque se declare "hijo de la Iglesia" en cuestiones fundamentales, su permanente abrir el juego, proponer nuevas hipótesis y soluciones (como pidió en el Sínodo), su reveladora confusión cuando habla sobre "los nuevos caminos que el Espíritu nos inspira" es preocupante. Y ha dejado en claro en numerosas ocasiones (ver solamente la Evangelii Gaudium) su oposición a doctrinas cerradas, a la posesión de la verdad, a tradicionalismos varios, a aprender de los pentecostales, por ejemplo, a sostener cada uno su propia fe (así sea musulmana o judía), que revela que esos nuevos caminos se dirigen a cambiar (de alguna forma) la doctrina de la fe católica. En este punto me hace recordar a Pagola y su "Aproximación histórica a Jesús": Pagola hace un juego tramposo, ya que nunca niega ningún dogma cristológico católico, pero si intenta convencer que, para sostener esos dogmas, en ningún evangelio aparece el fundamento necesario para sostenerlo. Es decir: la Iglesia tiene esta fe en Jesús (nació del Espíritu Santo, en Belén, hizo milagros, fue reconocido como el Mesías, murió en la cruz, resucitó al tercer día), pero esta fe no tiene ningún fundamento ni prueba en los evangelios, ya que fueron inventados después.
Creo que Francisco va por ese camino: no cambiamos nada, porque lo que lo sostenía ya no tiene fundamento. Es el Espíritu el que nos guía. Si sumamos a dos o tres obsecuentes que le responden por sus lagunas teológicas, no sería de extrañar que "lo que ates en la tierra, quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el Cielo", lo apliquen a su persona, siendo Sumo Pontífice, a que si Francisco considera que un divorciado pueda comulgar aún viviendo en adulterio, por su propia potestad, puede ser perdonado. No sé si estaré escribiendo ficción, pero es una posibilidad. Grave. Ya lo viene demostrando cuando recurre a la via extraordinaria para nombrar beatos y santos, sin el milagro necesario. Recurre a su potestad como Papa para realizarlo. Es llamativo. Por eso también un Vaticano III, con los nombramientos que está haciendo, y con una reforma de la Curia Romana (interminable) creo que alcanzará para que "la revolución de Francisco" se ponga en marcha tarde o temprano.






Completo esta entrada con otro comentario que agregué más tarde, y al que volveré pronto:

Estimado Colgunter: escribía en mi comentario anterior sobre el Vaticano II. La Lumen Gentium deja muy en claro quién pertenece a la Iglesia y quién se va fuera de ella solito, como estos obispos. Pero de la mano del jesuita Karl Rahner, jesuita él, prevaleció lo de “cristianos anónimos”, dejando a la fe católica a la par (y hasta por debajo) de las llamadas religiones, con el Decreto sobre libertad religiosa. Es por eso que decir hoy que “el cristianismo es la religión verdadera”, o que “fuera de la Iglesia no hay salvación” hace que más de un ecuménico se rasgue las vestiduras. Es por eso que mucha gente celebró (aunque siempre diciendo que se quedaron cortos) que JPII haya pedido perdón en el 2000 por los pecados de la Iglesia (con un Ratzinger que sin estar de acuerdo con el gesto, acompañó al Papa pero ubicando teológica y prudentemente la cuestión). Es por eso que Francisco, en su visita a sus amigos pentecostales de Caserta (dejando casi afuera a los católicos a los que no pensaba visitar) les pidió perdon, sacó eso que la verdad es un poliedro de distintas caras, haciendo equivalente el catolicismo y el protestantismo, diciendo que debemos aprender de ellos. Todas afirmaciones payasescas, huecas, inútiles, falsas, irritantes e incoherentes. Por eso a nadie lo van a echar de la Iglesia, diga lo que diga, y por eso es que quizás la rehabilitación de Hans Kung no esté tan lejos siendo el Papa Francisco. Uno que pensaba que la Teología de la Liberación confundía a los fieles, se quedaba corto: es el Papa mismo el que lo hace, y gratis!!!