En el Simposio celebrado en el Vaticano sobre la trata de personas, Francisco, para diferenciar entre colaborar y comprometerse, utilizó una metáfora de Luis Landriscina sobre el jamón y el queso.
Sostuvo que "comprometerse es dar la vida, es jugarse la vida, y la vida tiene sentido solamente si uno está dispuesto a jugarla, a hacerla correr para el bien de los demás. A mí me gusta ver a tantos jóvenes que estén con esas ganas de comprometerse. ¡Acuérdense del sándwich de jamón y queso!”
Si habla de "dar la vida"... ¿es tan difícil recordar a Cristo, que dio su vida por todos nosotros, hasta el final? ¿No puede poner en el centro del compromiso a Cristo?
O capaz que le importaba más pensar en su almuerzo...
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